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El 4 de julio es sinónimo de carreras de hot dogs en Estados Unidos. Julie Goldberg, de 38 años, es una competidora entrenada en esta disciplina, aunque no es la número uno. Estos titanes del consumo de calorías son gente corriente: profesores, agricultores y contadores, pero cada 4 de julio se convierten en los mejores comedores de hot dogs en el Concurso Internacional Nathan’s en Coney Island.
Este año, el concurso presenta una sorpresa. El diez veces campeón Joey Chestnut no competirá debido a un acuerdo de patrocinio con Impossible Foods. En cambio, se enfrentará a su antiguo rival, Takeru Kobayashi, en un especial de Netflix titulado Castaño vs. Kobayashi: carne sin terminar, que se transmitirá en vivo el 2 de septiembre. Kobayashi, poseedor del récord mundial, no compite desde 2010 debido a una disputa contractual.
La mayoría de los comedores de élite no tienen acuerdos de patrocinio ni de Netflix, pero son fundamentales para el deporte, una verdadera tradición estadounidense. Joey Chestnut tiene el récord de 76 hot dogs en diez minutos, aunque los científicos dicen que el límite humano es siete más. Jeffrey Esper, segundo clasificado de Nathan tres años seguidos, comió 49,5 hot dogs este año. Miki Sudo, la campeona femenina, ostenta el récord con 48,5. Otros competidores notables incluyen a James Webb, Nick Wherry y Patrick Bertoletti.
Cherish Brown, de 35 años, ama de casa en Ohio, se describe a sí misma como una “aficionada” a pesar de que se convirtió en profesional el año pasado. Su mejor puntuación son diez perritos calientes. En el mundo de Chestnut, diez hot dogs en diez minutos es una hazaña impresionante; Incluso un hot dog de 6,75, la puntuación más alta de Goldberg, requiere un entrenamiento específico.
Goldberg comenzó a competir de manera informal. Después de mudarse a Nueva York para realizar su doctorado en ciencias políticas, conoció a Crazy Legs Conti, una leyenda de los concursos de comida, quien le enseñó técnicas como amasar pan en Tang para reducir la sal y el método de Salomón, que consiste en partir un hot dog por la mitad. y comiendo ambos extremos al mismo tiempo.
George Chigger, de 45 años, conoció a Larel Marie Mele en la oficina de una empresa de cable en Pensilvania. Mele, emocionada por su regreso a Coney Island, desafió a Chigger a comer más hot dogs que ella. Desde entonces, han estado entrenando juntos, motivándose mutuamente para mejorar.
Chigger, que pesaba más de 400 libras, bajó a menos de 300 libras gracias a los deportes competitivos. Su “dieta del hot dog” le permite comer grandes cantidades de comida y cuidar su salud durante el resto de la semana. Aunque recientemente también ha competido en categorías como donas y dulces, Chiger cree que el deporte le ha enseñado cómo equilibrar su vida.
El entrenamiento para estas competiciones es intenso. Gideon Augie, ex jugador de baloncesto universitario, corre hasta 100 millas por día para desarrollar su resistencia. Otros atletas se concentran en estirar internamente sus estómagos con grandes cantidades de agua o Coca-Cola Light, mientras que algunos, como Mele, prefieren la práctica directa con hot dogs.
Darien Thomas, de 25 años y número uno en Canadá, practica comer hot dogs mientras escucha música de Rage Against the Machine. Para él, el apoyo familiar es crucial durante sus estudios.
El aspecto mental es igualmente importante. Superar el instinto natural de dejar de comer requiere una fuerza interior considerable. Cherish Brown, por ejemplo, enfrenta desafíos personales como la pérdida de su hija y la enfermedad de su hijo. Para ella, la competición no es sólo un camino hacia la fama, sino también una forma de conectarse con otros en un entorno único.
Goldberg también destaca la diferencia entre comer en exceso y comer correctamente: “Los concursos de cocina son muy difíciles. Comer en exceso es fácil, pero comer bien requiere habilidad.
La experiencia de estos deportistas demuestra que, como en cualquier deporte, el cuerpo y la mente deben entrenarse para alcanzar la perfección.
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