El inesperado desenlace de la guerra familiar más enconada y prolongada del mundo empresarial español, la de los herederos de David Álvarez, el empresario leonés que convirtió Eulen en el gigante multinacional del sector servicios que es hoy y que a principios de los ochenta incorporó a su imperio empresarial a la icónica bodega Vega Sicilia, empezó a gestarse hace un año.
Fuentes conocedoras de las tribulaciones de la familia Álvarez Mezquíriz aseguran que fue hace aproximadamente un año cuando la presidenta del Grupo Eulen, María José Álvarez, realizó un primer acercamiento a la otra facción de la saga familiar, los cinco hermanos asociados en el Grupo El Enebro, accionista mayoritario de las bodegas arracimadas en torno a Vega Sicilia y de un puñado de empresas del sector agropecuario, para explorar la posibilidad de comprarles el paquete accionarial del 40% que aún detentaban en la casa matriz del entramado empresarial familiar: el Grupo Eulen. El propósito de la maniobra era poner fin a la guerra soterrada en el seno del Consejo de Administración de la compañía que se mantenía desde hace más de una década, desde que el patriarca del clan, David Álvarez, decidiera asegurarse junto a la propia María José y el primogénito de la segunda generación de la famila, Jesús David, el control del gigante de los servicios en perjuicio de los otros cinco hermanos.
La escisión familiar partió en dos el imperio empresarial de David Álvarez y la división se consolidó tras el fallecimiento del patriarca en 2015. Las acciones del padre, del primogénito Jesús David y de María José Álvarez, agrupadas en la sociedad instrumental Daval S.L., les aseguraron un paquete de control en Eulen (60%), mientras que los otros cinco hermanos, Marta, Elvira, Juan Carlos, Emilio y Pablo, se quedaron con la participación mayoritaria en El Enebro, con Vega Sicilia como mascarón de proa de su entramado empresarial.
Una y otra facción mantuvieron así durante años un ‘statu quo’ que les daba el control sobre una parte de las empresas del imperio familiar, pero les expulsaba de facto del proceso de toma de decisiones en la otra parte pese a disponer de un peso relevante en el accionariado, del 40%, lo que derivó en una sucesión de litigios y denuncias cruzadas que mantuvieron el pulso familiar y empresarial en los tribunales durante años.
La muerte de Jesús David
El amago de acercamiento de hace un año, que algunas de las fuentes consultadas por ABC para la elaboración de esta información atribuyen a la intermediación del hermano mayor del clan familiar, no cuajó y la situación se mantuvo sin ningún cambio hasta el pasado mes de marzo.
El día 23 de ese mes fallecía Jesús David Álvarez Mezquíriz, hijo mayor del fundador de Eulen y uno de los miembros de la familia que más empujó por poner fin a un enfrentamiento que no solo partió a su familia en dos sino que les enredó en un batalla legal que venía erosionando la relación personal entre los hermanos y generándoles un importante coste económico en abogados.
Según las fuentes consultadas, fue en el reencuentro de los hermanos en la localidad leonesa de Crémenes con motivo del entierro de Jesús David cuando se sentaron de forma definitiva las bases de la reconciliación de los Álvarez Mezquíriz.
El drama familiar convenció a los hermanos de la necesidad de aparcar sus diferencias y resolver un conflicto larvado durante más de una década con un elevado coste familiar y económico. Acordado lo fundamental, el fin de la guerra familiar, los representantes jurídicos de las dos partes de la familia se pusieron manos a la obra para engrasar la resolución jurídica del acuerdo familiar, que según se difundió el pasado jueves se concretara en la salida de Daval del capital del Grupo El Enebro y de estos del accionariado del Grupo Eulen, sustanciando la partición definitiva en dos del emporio empresarial levantado por David Álvarez, y sobre todo con la retirada automática de los tribunales de justicia de todas las demandas y recursos cruzados interpuestos por unos y otros a lo largo de los últimos años.
Queda por despejar la incógnita abierta por el último párrafo del escueto comunicado remitido por las dos partes de la familia el jueves, en el que se reserva un especial agradecimiento «a las personas ajenas a la familia que han contribuido y facilitado la consecución de este acuerdo».